jueves, 15 de agosto de 2013

Prohibited-Capitulo 6

-Después, consecuencias-

Ambos

Creo que nadie querría estar en el lugar dónde estoy ahora, por un lado, estoy enojada y dolida con él, me hizo daño, mucho, pero por otro lado lo quiero demasiado y sé que aunque tengo ganas de estrangularlo, no debo de revelar todo por un simple desliz.

Joder!

No puedo creer que aquella revelación me haya resultado tan dolorosa, ¿quién se lo imaginaría?

En estos instantes mi vida es una mierda, la mierda misma.

¿Por qué mis padres nunca me lo dijeron?

¿Por qué mantenerme la verdad oculta por tanto tiempo?

Y mira qué verdad ha resultado y me he enterado por mi primo, un primo del que no tenía idea que existía, bueno, ese “primo” me dijo demasiadas cosas, tantas que no esperaba, no tenía idea y me dejaron completamente confusa.

¡Cuidado imbécil!

Ese grito junto con una serie de pitidos de los cláxon’s de los coches me indica que debo salir de mis pensamientos y al hacerlo me doy cuenta de que me he quedado parada a media calle.

Pongo el coche en marcha, directo a la estación. Mis manos están sudorosas y todo mi cuerpo tiembla. Estoy malditamente nerviosa, tengo la tentación de confesar todo, librarme de toda esta mierda e irme lejos de aquí.

No se merecen que haga todo esto por ellos, me trataron como mierda y como la misma mierda me dejaron abandonada en plena carretera a mitad de la noche.
No me lo esperaba, al menos no de su parte, pero debí de haberlo visto venir, supongo que solo fui su diversión, su juguete al cual, como todo niño, dejó tirado después de aburrirse de usarlo.

Llegó a la estación y aparco el coche al lado de un de un lindo Ferrari rojo-si que a la gente le gusta gastar en coches, incluyéndome-Al entrar a la oficina, veo a los oficiales alzar sus cabezas en dirección a la puerta, indicando que los siga.

Sabía que era imposible, pero tenía la diminuta esperanza de que él estuviera aquí, de que me abrazara, me besara y me dijera que todo estaría bien, que no me preocupara, que todo esto era un error. Y que estaríamos juntos por siempre.

Pero que va, sé que eso es imposible, tal vez antes, tal vez pudo haber sido así antes, tal vez pudo haber sido así si no me hubiera enterado de la verdad y si les hubiera permitido seguir engañándome, seguir jugando sucio.

Sigo al oficial hasta un pequeño cuartito, las paredes están pintadas de tonos grises, una gran lámpara cuelga del centro del techo, dejando que su encandilante luz dé en la mesa que está debajo de ella. Hay dos sillas, una frente a la otra, separadas por la mesa.

-Toma asiento-me dice.

No sé por qué pero asiento con la cabeza y me siento en la pequeña silla de plástico blanco. Apoyo mis codos sobre la mesa, extiendo mis palmas y coloco mi rostro en ellas.
El oficial se sienta frente a mí y me mira directamente a los ojos. Me siento presionada, si, puedo mentir, pero también puedo decir la verdad.

No tengo razones para mentir, pero una parte de mi subconsciente me dice que debo hacerlo, no quiero que le hagan daño. Aunque él me haya votado como una vil basura, aunque yo no le importe y aunque tal vez él nunca que quiso; yo lo amo.

Y sí, tal vez soy una estúpida por creer que él alguna vez me amó, pero se sentía tan real, tan bonito, tan cegador.

Y sí, cegador, porque estaba cegada por tanta belleza, pero, bien dicen que noto es color de rosa, nada dura para siempre y que la verdad, por más que alguien se esfuerce por ocultarla, tarde o temprano sale a la luz.

Esto me hace recordar a la frase “Si amas algo, déjalo ir, si es tuyo volverá y si no es porque nunca lo fue” siempre he pensado que es una frase estúpida, dejar ir algo que amas es la mayor estupidez que puedes cometer en tu vida, pero en mi caso, yo no lo alejé, yo no lo dejé ir, no rogué una, ni dos, ni tampoco tres, rogué miles de veces que no me dejara, pero ya ven, se fue.

No tengo idea de en dónde pueda estar él ahora, si está lejos o cerca, si está bien o está mal, si vive o murió.

Esto último me hace estremecerme y el oficial no nota.

-¿Estás bien?- me pregunta sonando preocupado.

Solo atino a asentir con la cabeza, no puedo hablar, tengo un enorme nudo atorado en mi garganta, estoy segura de que mis ojos tienen lágrimas acumuladas, la mirada del oficial se suaviza, sus ojos se aclaran, estira su mano, y coloca una pequeña bolita de papel entre mis brazos.

Lo miro confusa y con la mirada me indica que vea.
Disimuladamente, saco mi cabeza de entre mis manos y tomo el papel, lo extiendo y abro.
Al leerlo, las lágrimas salen a montones de mis ojos, una enorme sonrisa se forma en mi rostro.

Estoy bien, no te preocupes. Te amo.”

Miro al oficial, estoy más confundida que nunca, le sonrío y todo está bien hasta que recuerdo la manera en la que él me trató, mi sonrisa se vuelve amarga y mi ceño se frunce, tomo el trozo de papel y lo rompo en muchos trocitos pequeños, después con mi palma los limpio de la mesa y caen directo al suelo.

Volteo hacía el oficial que ahora sé que no está aquí para interrogarme precisamente.

-¿Y qué?-pregunto.
-¿Qué de qué?-me regresa él.
-¿Qué mierda pretende?-estoy enojada, triste, frustrada, feliz, no sé, demasiadas emociones por hoy.
-¿Quién?-él muy maldito tiene una sonrisa en su rostro mientras me pregunta esto último.
-¿Cómo qué quién?-digo ya ofuscada- ¡De él!

El chico-antes oficial-me observa, sus ojos recorren cada milímetro de mi rostro, observándolo detalladamente, después su mirada regresa a mis ojos.

-Eres linda-dice, nada que ver con mi pregunta.

Suelto un suspiro lleno de frustración, niego con la cabeza mientras siento un par de lágrimas correr por mi rostro.

-No estoy para juegos-digo algo cortante.
-Yo tampoco-contesta.

Observo cómo se levanta de la silla, me mira una última vez, se da media vuelta y sale de la sala.

Subo mis piernas a la silla, doblándolas, mis rodillas quedan frente a mi rostro, coloco mis brazos sobre estás y escondo mi cara.

Las lágrimas comienzan a salir, así, sin más. Salen a montones, deslizándose por mis mejillas. Sorbo por la nariz y un sollozo ahogado se escapa de mis labios.

Mierda!

No debería sentirme así, saber que está bien debería haberme aliviado u poco, pero ese mensaje solo abrió heridas de nuevo, “Te amo”, que cosa más falsa, creo que ya es hora de que deje de inventar sus sentimientos y mentirme.

Lo único que hace es lastimarme, ya me utilizó, ya me destrozó y ¿quiere seguir haciéndolo? ¿Sí? Pues yo no.

Pudo engañarme por mucho tiempo, pero ya no más, he abierto mis ojos y no me dejaré vencer por nadie, y menos por él.

(…)

Vi como ella se hacía bolita en la silla, lo cual, me destrozó el corazón. La había dañado, pero, joder! Aún no podía asimilar la verdad, simplemente no podía.

Mi amigo, el oficial Parker, entró en la sala, la ventanilla polarizada situada en esta me permitía verla a ella, ver su agonía, sentir su dolor.

Pero nosotros no tenemos por qué pagar por esto, he estado alejada de ella por todos estos meses y me ha parecido una eternidad, así que no me imagino cómo sería una vida entera sin ella.

¿Y si ella no me perdona?

Ella debe entender que yo tampoco sabía, que también era una incógnita para mí. Pero la veo llorar, veo como su cuerpo se estremece con cada sollozo que suelta su boca, que la duda crece en mi cabeza.

-¿La has visto?-

La voz de Parker me saca de mis pensamientos y de mi detallada observación.

-Si-

No puedo evitar sonar cortante, me siento mal, malditamente mal. Ella es mi chica, mía, pero, ¿y si no me perdona? ¿y si conoce a otro y se enamora de él?

No me doy cuenta de que estoy mordiendo mi labio inferior hasta que siento el sabor metálico en mi boca.

Ella es mía, solo mía.


¿Quieren saber cómo llegamos hasta aquí? Vale, retomemos la historia desde dónde nos quedamos….

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