jueves, 5 de septiembre de 2013

Prohibited-Capitulo 9

-Antes-

Elizabeth:

¿Qué hago aquí?

Permanecí sentada en silencio y a obscuras, mis manos tiemblan, no sé qué diablos sucede. Escucho la puerta abrirse y observo una sombra trasladarse desde la puerta hasta dónde yo estoy. Es un chico, lo sé porque logro distinguir su musculatura, alto, delgado, al parecer es el tal John entra a la obscura habitación. Asustada, miro hacía todos lados menos a su rostro. Se acerca, demasiado para mi gusto. Me observa detalladamente y sonríe.

Es muy apuesto, debo de aceptar, pero su sonrisa me da nauseas, no porque sea fea, sino porque es una sonrisa maliciosa, repugnante. Volteo la cara a mi derecha, pero, creo que no fue una buena ya que, su callosa mano toma mi rostro y lo gira, dejándonos frente a frente.

- Hola hermosura-dice, su voz es grava y varonil.

No respondo y él sonríe.

- Chiquita-dice
- ¿Me dices a mí o te las estás mirando?- contesto bruscamente.

Su sonrisa se amplia.

- Puedes estar segura de que te digo a ti, porque pequeña no la tengo y cuando quieras te lo demuestro- dice tan tranquilamente que me causa aún más asco.

Dios, ¿dónde me he metido?

- Soy John- se presenta- John Malik.

Primo de Zayn.

- ¿Qué hago aquí?
- Linda, pensé que eras más inteligente y ya lo sabías- dice- Estás secuestrada.

¡Diablos!

En toda mi vida, estar secuestrada nunca apareció en mis planos, y ahora, lo estoy. Estoy hecha un lío, un maldito y desastroso lío de mierda, completa y pura mierda.

- ¿Por qué estoy aquí?- me animo a preguntar.
- Lo sabrás pronto- dice.

Se da vuelta y se retira, dejándome en la obscuridad a la que tanto le temo. A los pocos minutos entra Zayn, tiene el ceño fruncido y una cara de fastidio terrible. Sin decir palabra me desata y me saca del cuarto tomando fuertemente mi brazo derecho.

Camino junto con él por toda la extensión del amplio pasillo fuera de la habitación. Su ritmo es muy rápido. Me dirigí de nuevo a la habitación en la que desperté. Abre la puerta y entra junto conmigo. Me besa.

No un beso lindo, no un beso lento, sino, un beso salvaje, hambriento, desesperado; enreda sus manos en mi cabello y yo, estoy tensa, parada, respondiendo su beso con tanta intensidad que yo misma me sorprendo. Imito su acto y enredo mis manos en su sedoso cabello; el tira de mi cabello hacía atrás llevando mi cabeza junto con él dejando paso libre a mi blanco cuello. Sus besos se deslizan desde mi boca hasta mi cuello y, yo se lo permito.

No sé qué mierda estoy haciendo, estoy en transe y este transe me gusta tanto que, asusta. Regresa su boca a la mía con un húmedo beso. Toma mi cintura con sus manos, apretándome contra él, jadeo. Siento su creciente erección en mi vientre, la adrenalina está subiendo por mis venas. Sus pulgares de introducen por debajo de mi blusa y comienzan a trazar pequeños círculos, deliciosos y calientes. Siento la excitación en mis venas.

Bajo mis manos, por sus hombros, sus brazos y las llevo a su cintura, donde, tomo las puntas de su camisa y comienzo a subirla, él, sin romper el beso, levanta sus musculosos brazos, dejando sacar su camisa. Una vez que ésta está en el suelo, el procede a hacer lo mismo con la mía. Se separa de mí y me observa; mi sujetador de encaje blanco es, ahora visible para sus masculinos ojos, ferozmente, regresa a mi boca.

Sus besos son tal salvajes y húmedos, tan delicados y buenos que, malditamente no puedo parar. Me toma las piernas y me hace enredarlas en su cadera, después, me pega a la pared. Sus manos masajean mis muslos de arriba abajo, siento su erección palpitante contra mí.
Toma mis piernas, aún unidas a sus caderas y me hace sujetarme de su cuello, me lleva hacía la cama. Me deposita ahí sin anda de delicadeza-aunque no la esperaba, un poco de ella no hubiera estado mal- y se sube encima mío.

Sus besos van desde mi boca hasta mi cuello, se detiene en la cima de mis pechos. Me mira a los ojos, sus ojos lucen obscuros, deseosos,  mientras, no tengo idea de cómo luzco yo, la idea de parecer desesperada me avergüenza y me sonrojo. El sonríe.

Me levanta de la cama, y me coloca a horcajadas sobre él, lleva sus manos hacía mi espalda y desabrocha mi sujetador, dejando mis pechos libres. Me mira de nuevo y su mirada es tan deseosa que me pone nerviosa. Me besa, otra vez. Y, de nuevo, mis manos van a su cuello, y de nuevo, sus besos bajan a mi cuello, pero, esta vez hay algo diferente, sus besos no paran ahí, sino que siguen bajando hasta mis pechos, dónde, toma uno de mis pezones y lo introduce a su boca, chupa, muerde, aprieta y saborea, siento el dolor, pero no parece dolor en lo absoluto, el placentero, delicioso.

Al soltarlo, repite el procedimiento con el otro, estoy jadeando. Baja sus hambrientos besos por mi vientre, sigue bajando pero se detiene ya que hay un impedimento, mis pantalones. Los desabrocha con una agilidad impresionante, mis mojadas bragas están a la vista, ¡joder, que vergüenza! Y no es que no lo haya hecho antes, solo que, es extraño.

Se deshace de mis bragas dejándome completamente desnuda, me mira y sonríe, de nuevo. Se deshace de sus últimas prendas también, quedando como resultado, ambos desnudos.

¡Dios!

Su miembro es enorme, no sé como haré que eso entre en mí. Al descubrirme mirándolo sonríe tan jodidamente caliente que me mojo aún más. Se acerca  paso lento y se posa sobre mí, besa mi boca, y pasa hasta mi vientre, baja su boca y besa mi zona, por sobre ella, delicado. Me mira a los ojos.

- Eres tan hermosa- dice, su voz suena tan grave, tan excitada.

Toma su pantalón, introduce la mano en su bolsillo trasero del cual extrae un pequeño sobre gris, un condón. Lo abre y tira el paquete al suelo, se lo coloca y sube de nuevo a la cama. Dirige su miembro a mi entrada, una vez ahí, introduce la punta, gimo. Empuja más, gimo aun más fuerte, más, vuelvo a gemir, más, está en su totalidad y grito. Comienza a moverse haciendo círculos, levanto mis caderas siguiendo su profundo ritmo, acelera sus embestidas mientras graves gemidos se escapan de sus entreabiertos labios.

Va rápido, tan placenteramente rápido, sus manos acarician mis pechos, cierro los ojos, estoy cerca, nuestras bocas están fundiéndose en un salvaje beso, nuestras lenguas danzan y para mí, es como si todo a nuestro alrededor no existiera, como si solo fuéramos él y yo, como si no hubiera nadie más y como si no estuviera secuestrada.

Entonces, regreso a la realidad, estoy secuestrada, él es mi secuestrador. Y mientras abro mis ojos de golpe, queriendo separarme, rebobinar y evitar esto, pero ya es demasiado tarde y mi grito me ensordece, mis jadeos me asustan y el más intenso orgasmo me atrapa. Me quedo inmóvil, segundos después el cae sobre mí, me abraza, me besa en los labios, y cierra los ojos.


Juro que quise apartarlo, pero estaba demasiado cansada para hacerlo, el morfeo me acunó en sus brazos. 


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